El peligro de procesar a Trump

El procesamiento de Donald Trump es un hecho histórico en la presidencia de Estados Unidos. Aunque la tradición ha sido proteger a los ocupantes de la Casa Blanca de cargos penales, Trump enfrenta una veintena de investigaciones penales y demandas civiles. Una de ellas, dirigida por el fiscal del distrito de Manhattan, lo ha llevado a ser imputado y procesado. Trump se enfrenta a cargos por soborno y corrupción, ya que pagó $130,000 a la actriz porno Stormy Daniels para silenciarla durante la elección presidencial de 2016. La falsificación de documentos de la empresa de Trump para encubrir los pagos como gastos legales es un delito menor, pero el fiscal del distrito debe demostrar que esta falta hizo posible algo más grave: no informar de lo que era un gasto de campaña. Trump lo niega todo, y aunque fuera declarado culpable, es poco probable que vaya a la cárcel.

Sin embargo, este procesamiento es solo el primero de muchos que enfrentará Trump. Su horizonte procesal es cada vez más naranja, no por el color de su piel sino por el uniforme carcelario habitual en las prisiones de Estados Unidos. El expresidente se enfrenta a cargos por la apropiación ilegal de documentos clasificados, intento de robar y anular las últimas elecciones presidenciales de 2020 y fraude en los negocios.

Este caso es una prueba de fuego para la democracia estadounidense y sobre la capacidad del populismo extremo para generar líderes intocables. El dilema es que el populismo extremo puede transformar la popularidad electoral en una legitimidad particular que les sitúa por encima del estado de derecho y la rendición de cuentas exigible en todo sistema democrático.